La ciudad de hoy y mañana

Más humana, más flexible, más sostenible

Las ciudades comenzaron como poblados que daban servicio a las zonas rurales, que eran la fuente de producción de la época. Con la llegada de la revolución industrial y la aparición de nuevas formas de movilidad como el ferrocarril y más tarde el automóvil y el avión, las ciudades crecieron exponencialmente y representaron una nueva forma de hábitat, dando lugar a las grandes áreas urbanas y metropolitanas de hoy.

Ahora, con la amenaza del cambio climático acechándonos –y recientemente exacerbada por la pandemia mundial– debemos buscar nuevas respuestas para nuestras ciudades. Repensar la ciudad es hoy una oportunidad y una necesidad ineludible.

Sin embargo, no se trata de un fenómeno nuevo. Aldeas, pueblos y ciudades han estado en constante evolución a lo largo de la historia.

Si nos remontamos a mediados del siglo XX, se produjo un cambio significativo en la forma de pensar la arquitectura y la ciudad dando lugar a una nueva manera de diseñar las áreas urbanas.

A principios de los años sesenta, Josep Lluís Sert creó el Master of Architecture in Urban Design (MAUD) en la Graduate School of Design (GSD) de Harvard University, que integraba arquitectura, planificación y diseño urbano para crear una disciplina específica centrada en la reimaginación de la ciudad.

Sert reunió a algunos de los más destacados profesionales del diseño de la época para impartir clases en el nuevo programa de MAUD y entre ellos se encontraba Fumihiko Maki, que acababa de publicar Investigations in Collective Form (Washington University, 1964). En la introducción afirma:

«No hay observador más interesado en nuestra sociedad cambiante que el diseñador urbano. Encargado de dar forma –de percibir y aportar orden– a los aglomerados de edificios, carreteras y espacios verdes en los que los hombres han venido a trabajar y vivir cada vez más, se interpone entre la tecnología y las necesidades humanas y trata de hacer de la primera un servidor, pues la segunda debe ser primordial en un mundo civilizado».

También escribe:

«Ahora debemos ver nuestra sociedad urbana como un campo dinámico de fuerzas interrelacionadas. Es un conjunto de variables mutuamente independientes en una serie infinita en rápida expansión. Cualquier orden que se introduzca en el patrón de fuerzas contribuye a un estado de equilibrio dinámico, un equilibrio que cambiará de carácter con el paso del tiempo».

 

.

Arquitectura, urbanismo  y naturaleza conviviendo en la ciudad, Barcelona. Foto © Dani Powell

Las palabras de Maki son tan pertinentes hoy como lo eran en 1964. Es evidente que debemos establecer nuevas relaciones espaciales, capaces de responder a un mundo más plural en el que conviven y establecen entre sí nuevas relaciones sociales personas de distintos orígenes, distintos niveles económicos, distintas costumbres y lenguas. El nuevo orden urbano debe ser más flexible y dar cabida a muchas opciones diferentes.

Reimaginar la ciudad significa proponer proyectos que puedan adaptarse fácil y eficazmente a los cambios de función. Los espacios públicos tienen un papel protagonista en la vida cotidiana del ciudadano y debemos pensar en proyectos que produzcan espacios híbridos e inclusivos.

Estos espacios deben ser capaces de aceptar varias funciones en diferentes momentos: calles, plazas, terrazas, azoteas y espacios deportivos cumplen su función específica pero deben poder albergar otros usos como festivales urbanos, conciertos y reuniones sociales. En definitiva, deben ser contenedores de interacción social.

Las calles deben dejar espacio para los peatones y, al mismo tiempo, permitir otros usos y otros medios de movilidad, que están sustituyendo rápidamente a los coches individuales como principal medio de transporte, como son las bicicletas y los patinetes.

.

Nuevos usos para el espacio público, Buenos Aires. Foto © Mario Corea

También debemos entender que la arquitectura, el diseño urbano y la naturaleza son una entidad en constante diálogo entre sí y en la que las personas están firmemente situadas en el centro. En el mismo sentido, es muy importante promover la ciudad verde aumentando las zonas ajardinadas como parques y calles arboladas.

Por último, a nivel urbano, debemos considerar la «ciudad de ciudades» donde cada componente mantiene su identidad, se interrelaciona y se conecta para formar un todo funcional. Estas ciudades superan definitivamente a la ciudad dormitorio. La ciudad de hoy y del futuro debe hacer hincapié en la idea del uso mixto, donde las zonas residenciales coexisten con usos comerciales y educativos, así como con servicios públicos, equipamientos sanitarios y zonas recreativas.

Teniendo en cuenta todas estas consideraciones desde la pequeña a la gran escala, podemos explorar nuevas configuraciones espaciales que respondan a la necesidad de potenciar estas complejas interrelaciones y que sean capaces de hacer nuestras ciudades más humanas, más flexibles y más sostenibles.

Imagen principal:  Espacio público multifuncional, Barcelona. Foto © Dani Powell

Investigations in Collective Form, Fumihiko Maki, Washington University, junio, 1964:

https://library.wustl.edu/wp-content/uploads/2015/04/maki-entire.pdf